En este post voy a adentrarme en un tema sobre el que puede haber debate: saber si es posible construir sin un programa definido o no.
Se puede entender la complejidad de este tema desde el mismo momento en el que afecta:h cuando pones la parte arquitectónica del cerebro a funcionar, es decir, cuando empiezas a proyectar. Generalmente, un arquitecto recibe un encargo de un edificio destinado a una función, lo que conlleva un edificio con un programa predefinido para ello. ¿Pero que pasaría si el encargo es simplemente un edificio cuyo único requisito indispensable es que sea funcional?
Me parece interesante llegados a este punto el añadir una vuelta de tuerca más al tema, y me ayudo de la animación flash del compañero Pau Cavaller: "función y forma".
En la explicación, el compañero debate acerca de la relación directa que existe entre la función y la forma, que una necesita de la otra. Si añadimos el programa esta ecuación todo parece mucho más complejo. Si bien se puede considerar cierto que la función persigue a la forma, y viceversa, en el momento que contemplamos el proyectar sin programa, el concepto entra de lleno en el centro de la operación, para separar la función y la forma y hacerles independientes la una de la otra. Esto es así porque cuando proyectas tienes en cuenta la función para generar una forma apta, que haga el edificio funcional.
Por otro lado, me parece interesante también la animación flash de Isabela Grotowicz, referente a la flexibilidad.
En el texto "Fuck the programme?", Kees Christiaanse hace una crítica muy dura a este concepto, calificándolo de ingenuo y culpándolo de dar lugar a construcciones insípidas. Por esto, es importante tener en cuenta la posible función posterior que se va a realizar en nuestro edificio sin programa, pero no por esto hay que dejar que nuestras proyecciones carezcan de un carácter arquitectónico marcado.
Como conclusión, se puede decir que lo principal no es la función, o la forma, o la flexibilidad, sino proyectar edificios con el carácter arquitectónico suficiente para poder soportar el cambio que se le exija.